Título: MAÑANA AZUL
Autor: PIERCE BROWN
Editorial: RBA
Páginas: 672
Traducción: Ana Isabel Sanchez Díez
Arriesgándolo todo para hundir la Sociedad dorada, Darrow ha sobrevivido a las despiadadas rivalidades entre los guerreros más poderosos. Ha logrado ascender y ha aguardado pacientemente el momento de desencadenar larevolución que acabará con la jerarquía desde dentro. Por fin ha llegado la hora . Traicionado por sus aliados, abandonado a la oscuridad, una voz se alzará por la justicia. Para vencer, necesitará persuadir a los que están sumidosen la oscuridad para que rompan sus cadenas y reclamen un destino que se les ha negado durante mucho tiempo. Un destino demasiado glorioso para renunciar a él.
Tenía muchas ganas de empezar
esta reseña porque leí la primera y segunda parte, Amanecer Rojo e Hijo Dorado,
antes de tener el blog y no hice reseña. Debo decir que es una saga que me ha
sorprendido como pocas en los últimos años. Compré el primero por descarte y
sin tener ni idea de él, ni reseñas ni nada, cosa muy rara en mí. Quería algo
ligero y llegué a pensar que podría incluso reírme si era tan malo como
suponía. Iluso de mí, lo sé, pero los ingredientes de otra distopía adolescente
con un héroe típico que vive en la parte baja de una sociedad totalitaria no
presagiaban nada bueno. El caso es que aquí me tenéis, dos años después,
escribiendo la reseña que cierra la trilogía tras darle las gracias al autor en
twitter directamente.
Señores, Mañana Azul cierra la mejor trilogía adolescente que podéis leer.
Va a ser difícil hacer esta
reseña sin dejarme llevar por el primer y segundo libro, que a mi gusto son los
mejores, Hijo Dorado es sencillamente
brutal, pero intentaré centrarme. Mañana
Azul, en el original Morning Star
lo cual tiene mucho más sentido que la traducción una vez te has leído el
libro, es un digno cierre de saga pero peca de una repetición de esquema
bastante grave.
Esta saga se caracteriza por dos
cosas, los personajes secundarios y los giros de guion. Hemos visto a Darrow
desde el comienzo y le conocemos bien gracias a la primera persona que emplea
Pierce Brown, pero no deja de ser un personaje más prototípico, idealista, con
un pasado complicado y que busca una venganza brutal. Es un líder
revolucionario joven que se mete en muchos jardines sin pensar. No es nada
nuevo lo cual no quita que el autor haya conseguido que sea carismático y
empático; si no fuera así, teniendo en cuenta que es la única voz narrativa, la
saga sería imposible. Ahora bien, los secundarios son de lo mejorcito, tenemos
un elenco de buenos y malos bien desarrollado, con muchos personajes que
cambian continuamente de bando, los hemos visto crecer desde las brutales
pruebas del Instituto y sabemos sus motivaciones. Esta remesa de novatos que
van convirtiéndose en veteranos casa muy bien con las grandes figuras del
universo de Brown, los líderes de cada facción, como los emperadores, los
caballeros, las furias, etc.
Si a estos personajes les unimos
el juego de casas al más puro estilo romano, tenemos un enorme tapiz de
relaciones, alianzas y juegos de poder que lleva a una tensión brutal, no solo
porque los protagonistas nunca estén a salvo si no porque no puedes saber si
detrás de sus acciones hay algo más que desconoces. Como Darrow, el lector solo
ve de ellos lo que dejan ver y no son pocas las sorpresas que nos llevamos en
toda la saga con tratos en la sombra o cambios de bando con una lógica oculta
que no habíamos podido predecir por lo intrincado de las relaciones nobiliarias.
Por otro lado, al margen de todo
esto está la escala de colores. Aquí, al contrario que en la mayoría de distopías
adolescentes, la jerarquía “malvada” no es simple. No hay un arriba y un abajo.
Los colores se subdividen en facciones, hay élites dentro de las élites y no es
tan fácil descubrir quiénes son los malos. ¿Es culpable un dorado, que no ha
conocido otra cosa, del aniquilamiento de rojos en un planeta del que ni ha
oído hablar? Me ha gustado mucho el papel que juega Mustang aquí, manteniéndose
alejada de Darrow pues, aunque compartan objetivos, escogen vías distintas. El conflicto
de destruir sin pensar frente al de construir algo mejor. Toda revolución debe
pensar que ocurrirá sin consigue vencer y no simplemente lanzarse a la pura
destrucción. En este punto la evolución de Sevro también me ha gustado mucho,
el personaje se merecía la profundidad que alcanza en este último libro.
Sin embargo, y como ya he dicho, Mañana Azul me parece el más flojo —y aun
así le doy cuatro estrellas— básicamente porque después de Amanecer Dorado y su apoteósico final, el autor no ha conseguido
transmitir lo mismo y ha caído en un esquema repetitivo que, aunque contiene
dos o tres giros que te dejan la cara del revés, al final, y por tenernos tan acostumbrados
a ellos en los primeros volúmenes, pierde efecto y se diluye la sorpresa.
No voy a alargarme mucho más
porque reseñar un cierre de trilogía sin spoilers es difícil, solo diré que recomiendo
esta saga a todo el mundo. Te guste el género que te guste. Es adictiva,
entretenida, ligera y divertida. Me ha enganchado como pocas y el mundo es
original y considerablemente enorme. Las relaciones son mucho más complicadas
de lo que la distopía adolescente nos tiene acostumbrados y el tema del amor
está tratado desde un punto de vista real. El instalove aquí no existe —quizá
un poquillo al final en una pareja de secundarios— y lo mejor es que se muestra
de una forma sana y no dependiente.
Si has leído los otros dos, solo
te diré una cosa, los Obsidianos son la leche y Pierce Brown se esfuerza en
mostrarnos su mundo y cultura como se merecen. Si te gustaron en los dos
primeros aquí te van a flipar todavía más.
Amanecer Rojo, Hijo Dorado y Mañana
Azul. Tres joyas en la literatura juvenil que merecen ser leídas y tomadas
como ejemplo. Espacio, acción futurista, tecnología verosímil —hasta cierto
punto— y enorme profundidad de personajes sobre todo secundarios. Lo tiene todo
y hará que disfrutes como un enano.
Per aspera ad astra
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