viernes, 29 de julio de 2016

#RESEÑA LA CAÍDA DE HYPERION - D. Simmons

Título: LA CAÍDA DE HYPERION

Autor: DAN SIMMONS

Editorial: Nova

Páginas: 734

Traducción: Carlos Gardini

 

 


Si con Hyperion, Simmons logró una proeza narrativa, su segunda parte – aunque él lo concibió como un único libro – sigue el mismo rumbo y constituye un gran final para la obra.

No obstante, debo decir antes de nada, que me gustó más la propuesto de la primera parte, más original y con una construcción impecable. La Caída de Hyperion tiene una diferencia significativa respecto a su predecesor: el modo narrativo. Simmons se aleja de los relatos para resguardarse en un estilo más clásico, con continuos saltos entre los puntos de vista y un ritmo trepidante que no cesa hasta el final.

Habíamos dejado a nuestros peregrinos frente a las Tumbas del Tiempo, hogar del legendario Alcaudón, y ya conocemos todas las historias que les han llevado hasta allí, ahora toca descubrir por qué tienen que estar allí precisamente ellos. Para ello, Simmons nos presenta a un nuevo personaje, Joseph Severn, un cíbrido – para aquellos que no habéis leído Hyperion, se trata de una mente humana replicada en un cuerpo artificial – copia de aquél que conoció Lamia en la primera parte y cuya principal característica es su capacidad de soñar con lo que vive Lamia y los restos del primer cíbrido. Debo decir que si bien me parece un buen personaje – de nuevo juega con el nombre de una figura real, el amigo pintor de Keats -, la parte del sueño me rechinaba un poco porque llega un momento que empieza a soñar con sucesos y acontecimientos muy alejados entre sí de su “otro yo” y la explicación que da Simmons parece más que forzada. Si bien, es un fallo menor que no destaca en la inmensidad del universo que nos regala el autor.



La guerra contra los éxters está en pleno apogeo y de su desarrollo dependerá en buena medida el futuro de la hegemonía. Es esta parte de la novela una de las que más me han gustado, se trata de una guerra muy distinta a las terrestres debido a que se desarrolla en distancias inmensas y en la que hay que tener en cuenta mil variables como las deudas de tiempo y las estelas de los motores Hawking. Aquí el peso principal lo lleva Meina Gladstone, la FEM o Funcionaria Ejecutiva Suprema – sí, queda mejor en siglas – cuyos capítulos siempre sacaban sorpresas increíbles y algunas revelaciones que hacían tambalear el tablero de fichas que es La Caída de Hyperion. Además, sus paseos entre los mundos a través de los portales de la Red son increíbles.

Estos dos personajes sirven de contrapunto y renovación a los ya conocidos peregrinos que también cuentan con sus dosis de protagonismo. Sin embargo, aquí la novela pierde fuelle desde mi punto de vista. El misterio del Alcaudón y las Tumbas del Tiempo que tan bien funciona en el primer libro, aquí acaba por hacerse repetitivo y salvo en los momentos cúlmenes, que haberlos haylos, la estancia de Sol, Lamia, Silenus y los demás en las Tumbas se acaba convirtiendo en un juego del ratón y el gato al que solo le falta la música de Benny Hill; que si Lamia va para allá, el Alcaudón aparece allí y se lleva a no sé quién que reaparece un poco más allá y luego no lo encuentran hasta que otro vuelve a desaparecer y reaparecer cuatro tumbas más lejos. Creo que esta parte se podía haber reducido y condensado en momentos mucho más impactantes, manteniendo el terror que produce el Alcaudón en la primera parte y que aquí, por cotidiano y a veces absurdo, acaba por perderlo.

Pero todo esto no es más que una pequeña parte del verdadero arco narrativo del libro: el Tecnonúcleo y su búsqueda de la IA suprema. No puedo decir nada de esta parte por miedo a desvelaros alguna sorpresa, simplemente que el final, donde la presencia de las IAs es constante, coincide con el cénit de la obra, volviendo la lectura una adictiva búsqueda de respuestas.



Simmons es un maestro de contar historias paralelas y aquí lo demuestra una vez más. Cada giro está previamente calculado y todos los hilos están bien unidos en un tapiz que no ves hasta el final. ESE final. No puedo estar más contento con el final que deja la última línea. Hubiese cambiado ciertas cosas pero no el final, me parece increíble y un gran acierto. La forma en la que Simmons juega con el lector es magistral y pese a ciertas carencias de originalidad – Ejem, skynet, ejem – firma una segunda más que digna.

Por último, como siempre, un olé por Nova y su estupenda reedición, que ha solucionado algunos fallos de la primera parte. La traducción de Carlos Gardini que ha debido de costarle lo suyo con tanto término del tipo del Tecnonúcleo, me ha parecido estupenda.

Si has leído la primera parte, no tengo duda de que devorarás la segunda, y si todavía no te has embarcado en el viaje hacia las Tumbas del Tiempo, no lo dudes, el Alcaudón espera junto a lo mejor de la ciencia ficción.


jueves, 28 de julio de 2016

#RESEÑA A TODO VAPOR - T. Pratchett



Título: A TODO VAPOR
Autor: TERRY PRATCHETT
Editorial: Fantascy
Páginas: 430
Traducción: Gabriel D. Gallardo




Si alguien dudaba de la capacidad de Sir Pratchett para escribir con calidad pese a su enfermedad, A Todo Vapor, su penúltima obra del Mundodisco, demuestra que se equivocaba. A Todo Vapor tiene todo lo que le pedimos al Mundodisco: risas, rebeldía, buen humor, ese halo de crítica sutil – y no tan sutil a veces – y un reflejo de nuestro mundo mucho más claro de lo que puede parecer a primera vista. 

A Todo Vapor nos cuenta la historia del descubrimiento de la locomotora por parte de un humilde pueblerino, Dick Simmel, que acabará cambiando la forma de ver el mundo, sobre todo a los habitantes de Ankh-Morpork, la ciudad más grande del disco y centro de la “civilización”. Una vez que el invento llega allí, todos y cada uno de los personajes que tienen algo de poder en la ciudad querrán hacerse con un pedazo del pastel, desde el tirano Vetinari – uno de mis personajes favoritos -, pasando por Húmedo Von Mustachen, conocido de otros libros y un experto en todo aquello relacionado con hacer dinero de forma poco legal, hasta llegar al Señor del Estiércol, también conocido como Harry Rey, la mayor fortuna de la ciudad que acogerá bajo su larga ala a Simmel, para llevarle por el buen camino y lograr ser conocido como algo más que por ser un procesador de excrementos. 

Los personajes, como siempre, son de lo mejor del libro. No solo los ya citados, que muchos conoceréis de otras obras del disco, también algunos secundarios de lujo que la mayoría de las veces os harán sonreir con sus apariciones, en especial toda la parte de la Guardia, cuyos miembros salen casi por completo a lo largo de la obra, cada uno con sus peculiaridades y unas personalidades tan diferentes que es imposible que no os caigan bien (si queréis más info sobre la Guardia, os recomiendo el podscast de Universidad Invisible dedicado a ellos). Si habéis leído Guardias, guardias disfrutaréis aún más de estas apariciones. Incluso La Muerte tiene un pequeño cameo muy divertido.



No obstante, pese a que la trama gira en torno a los personajes y al ferrocarril, no es este el punto clave de la novela. De forma paralela a todo lo que ocurre en Ankh-Morpork y el desarrollo de las primeras vías férreas, Sir Terry va tejiendo un entramado lento pero incansable en el que los enanos son los protagonistas. A partir de pequeños fragmentos muy dispersos entre sí nos muestra la situación de los enanos, enfrentados entre sí según su opinión hacia el progreso; por un lado tenemos a aquellos que ven llegar la hora de abrirse al mundo sin miedo a que las tradiciones evolucionen y por otro están los temerosos de todo lo que huela a nuevo, capaces de lo que sea por proteger el enanismo puro a toda costa e incapaces de ver que hay todo un mundo creciendo y avanzando más allá de sus cavernas. ¿A nadie le suena un poco esto? 

Estos enanos, llamados grags, son los malos del libro y el contrapunto a la apertura progresista que vive Ankh-Morpork. De hecho, este halo de tolerancia que Vetinari impone en la capital, ha conseguido que razas tan diferentes como trolls, enanos, gólems y sobre todo trasgos, vivan en armonía, algo que no todos ven con buenos ojos.



No es difícil pues captar lo que Sir Terry maneja tan bien en este libro: el racismo. Está patente en todos los momentos de la obra, desde aquellos que han conseguido eliminar sus prejuicios y convivir sin problemas como ocurre en Ankh-Morpork hasta los enanos y sus enfrentamientos internos al negarse a considerar a otras razas, en especial, a los trasgos, como iguales. 

Por último no quiero dejar pasar las frases que Simmel, el inventor del ferrocarril, suelta cada poco tiempo, defendiendo la utilidad de su creación más allá de que pueda causar inconvenientes. Es algo que se puede aplicar a muchos temas y sobre lo que este personaje reflexiona mucho y bien; el tren solo destruye las barreras que uno se empeña en ponerle delante.

Así pues tenemos un obra de un nivel muy bueno, si bien no la mejor del Mundodisco, sí imprescindible para despedirse del Maestro como se merece. Larga vida a la Traviesa de Hierro y a las ideas que transporta.