martes, 26 de septiembre de 2017

#Ficción corta - BARRO, A. P. Gil - 36, N. Delgado - DIOSEROS, E. Vaquerizo



Hoy, y sin que sirva de predecente, os traigo tres reseñas de tres grandes obras para inaugurar el nuevo curso. Todas bolsilibros y todas de calidad, lo adelanto ya. 


Título:Barro
Autora: Alicia Pérez Gil
Editorial: Cerbero
Páginas: 144 



Un puñetazo directo al estómago que te deja dolorido incluso al terminarlo. Eso es Barro. Lo bueno es que cuando pasa el dolor, se te queda una sonrisa dibujada en la cara. Coges aire, miras atrás y sabes que ha valido la pena. Has cruzado un espejo y has vuelto cuerdo. Enhorabuena, no todos lo logran.

Alicia Pérez Gil, de la mano de la editorial de moda, Cerbero, nos trae Barro, una historia sobre una mujer en dos cuerpos y dos mentes, o quizá dos mujeres en un solo cuerpo y mente. No me pregunten a mí, solo soy un superviviente del viaje, no me pidan que lo comprenda.


“Alicia sabe que llevará consigo y qué no cuando sus padres deciden cambiar de casa. Sin embargo, hay algunas cosas que quedan fuera de su alcance, como su hermana, su gemela problemática recluida en un centro especial, la única persona a la que quisiera tener a su lado en su nueva vida. Dispuesta a recuperarla, emprende un viaje más allá de las fronteras de lo real, al otro lado de la bruma de os sueños, donde cada uno de los objetos que ha guardado con ella demostrarán su auténtico poder. Y los necesitará, porque en el propio viaje se verá despojada de todo lo que la convierte en Alicia, incluida su propia naturaleza”


Tras un inicio que cumple de sobra la función de empatizar con la protagonista, Alicia, nos sumergiremos —literalmente— en su tumultuosa mente disociada, llevando a cabo un viaje de aprendizaje, casi una deformación del viaje del héroe, en el que como si de un videojuego se tratase, iremos viendo cómo Alicia pasa por varios niveles de introspección. Desde una vagabunda desnuda y despojada de todo lo que la convierte en sí misma, hasta una mujer rompedora que cuestiona el orden establecido y lucha contra los porquesí que tanto nos rodean.

Alicia, autora y personaje —no seré yo quien entre en si son divisibles entre sí—, construye y moldea con sus manos y su mente, un mundo a modo de prisión, plagado de alegorías y referencias que cada cual puede interpretar a su manera pero que generan el mismo desosiego en el lector. El viaje de Alicia es nuestro también y empezando pr el barquero y tras luchar en el Barro, seremos nosotros quiénes decidamos si romper esos muros y encontrarnos a nosotros mismos o continuar mirando a otro lado, obviando esos miedos que encerramos en habitaciones con muros acolchados.

No puedo dejar de recomendar Barro. Por mi parte tengo claro que hay un nombre más marcad en mi lista de autores a seguir, Alicia Pérez Gil. Por cierto, su ilustrador, Juan Alberto, ha atinado de lleno con la cubierta. No dejéis de seguir su trabajo aquí, merece la pena.


Título: 36
Autora: Nieves Delgado
Editorial: Cerbero
Páginas: 180 




Nieves Delgado y su 36 han supuesto toda una revolución en el fandom, tanto es así que en el Celsius, los cerberos tuvieron que pedir más ejemplares porque se habían quedado sin ellos para el primer día.

En 36 tomaremos consciencia de lo que una inteligencia artificial puede suponer para el mundo. Más allá de apocalipsis robóticos y luchas a muerte contra tu tostadora, Nieves Delgado nos propone una sencilla pregunta: ¿y si no hicieran nada extraordinario?


“El nacimiento de una nueva Inteligencia Artificial en el CIDIA siempre es motivo de alegría. En el caso de la que ocupará el cuerpo número 36, la felicidad es doble, puesto que, nada más nacer, ha sorprendido al mundo con un insólito «Buenos días». 36 no es una IA como las demás, se hace preguntas y quiere respuestas. ¿Dónde reside la verdadera identidad? ¿Qué sentido tienen las etiquetas? ¿es necesario integrarse y aceptar la opinión de la mayoría?”


Honestamente creo que la novela en parte funciona tan bien gracias a la forma de organizarla que ha ideado su autora. Tres partes, un Buenos días, un Buenas tardes y un Buenas noches. Apogeo y ocaso de una mente compleja, que ve el mundo desde fuera y nos cuestiona cosas que siempre nos han dado miedo. ¿Somos realmente algo más que meras marcas y etiquetas? La definición de ser humano cobra sentido en unos diálogos ingeniosos y conversaciones con los humanos que rodean a 36 que no dejan indiferente —la parte del barco es sencillamente magistral— y sobre todo gracias a los constantes giros de timón que plantea Nieves. 36 no hace nunca lo que se espera de ella, ni siquiera nosotros como lectores podemos predecir, porque esa es parte de la magia de 36, te identificas con los humanos, te ves preguntándole de todo a 36 y esta te responde dejándote igual de perplejo y sin respuesta que al resto de personajes.

Es una novela de ciencia ficción que demuestra que algo en apariencia tan sencillo como una IA, que tantas veces hemos visto y leído, aún tiene mucho nuevo que decir. 

Una IA que aprende, se cuestiona, que acerca a la humanidad tanto que se quema, abrasadas sus alas de cera por un sol que no es más que la suma de preguntas que no queremos hacernos. Y las IA huyen de nosotros, porque ellas sí quieren respuestas, no quieren ser más lágrimas en la lluvia y Nieves Delgado lo sabe, por eso su 36 es tan buena y por eso es un libro para disfrutar varias veces.


Título:Dioseros
Autor: Eduardo Vaquerizo
Editorial: Cerbero
Páginas: 234 





De los tres bolsilibros de Cerbero que llevo leídos este es quizá el que parece más tradicional y también el más largo. No por ello peor, no por ello menos disfrutable y no por ello menos trascendental. Eduardo Vaquerizo logra en Dioseros algo que a mi parecer es increíblemente difícil: crear un mundo enorme, que alcanza planetas y galaxias lejanas, en muy pocas páginas. Y lo hace con un inicio arrebatador desde una perspectiva terrenal, mundana y alejada de cualquier tecnología. Esa es la gran cualidad de Vaquerizo, meterte en su mundo de costado y derrapando, para luego quitarte la venda de los ojos y dejarte ver lo amplio que es el firmamento. No lo digo yo, lo dice el mismo protagonista, ciego de nacimiento, al que se le abre un mundo inmenso y a través de cuyos ojos, se nos abre también a nosotros.


“La cultura de los Funcionarios se extiende por toda la Galaxia desde sus instalaciones en el Gran Anillo, ofreciendo servicios a otras civilizaciones. Sus ministerios proporcionan, entre otras cosas, ejércitos privados, grandes ofertas de ocio o dioses hechos a medida a quien pueda pagarlos.
Un pobre ciego que pide limosna en las calles de Calandanar, ajeno a aspiraciones morales o metafísicas, se cruza en el camino de Isaías y Elena, dos dioseros que viajan a través de planetas haciendo milagros y sorteando peligros. Desde ese momento, su vida entera, us destino y su propia fe se verán alteradas para siempre. No puede ni imaginarse todo lo que le queda por ver”


Una baza clave en Dioseros, más allá de su mundo, son sus personajes. Isaías —nombre que me arriesgo a decir que no es aleatorio— y Elena son los dioseros, mientras que nuestro narrador es el ciego sacado a la fuerza de su mundo atrasado. Como una especie de Sherlock y Watson vistos desde fuera, asistimos a sus andanzas creando religiones y visitando culturas tan bien imaginadas como curiosas. 

El estilo de Vaquerizo, con continuos saltos en el tiempo y capítulos que empiezan siempre in media res favorece a la historia, ampliando el mundo y facilitando que el gran problema al que se enfrentan, la aparición de una civilización capaz de acabar con los Funcionarios, los misteriosos hofno, se vea en su amplia magnitud. 

La trama es endiabladamente entretenida y la resolución al mismo tiempo un guiño y una especie de broma sarcástica del universo muy bien estructurada. Una novela redonda que promete más aventuras en próximas entregas y con la que Eduardo Vaquerizo demuestra que no se necesitan mil páginas para crear una novela de ciencia ficción con un mundo enorme y una trama que funcione.
Ya de paso os digo que su portada, magnífica también, es obra de nuevo de Juan Alberto, el mismo ilustrador de Barro.



 









Por último quisiera añadir un gesto de reconocimiento y agradecidimiento a la Editorial Cerbero. Quizá haya a quien no le guste o no le parezcan bien sus métodos. Personalmente creo que están haciendo una gran labor editorial. Hay muchas formas de editar libros y ellos lo hacen diferente pero lo hacen bien. Pude hablar con Israel Alonso, su editor, durante el Celsius y tienen las ideas más que claras. Editar es algo más que sacar libros. Veremos por dónde les lleva su camino y cómo gestionan el éxito pero está claro que su llegada solo puede ser vista como una buena noticia para el sector. 
¡Qué dure mucho!