jueves, 29 de junio de 2017

#RESEÑA - LA QUINTA ESTACION de N. K. Jemisin

Título: LA QUINTA ESTACIÓN

Autora: N. K. JEMISIN

Editorial: NOVA

Páginas: 446

Traducción: David Tejera Expósito

 




De tanto en tanto aparece un libro cargado de hype, promesas de calidad y buenas intenciones. Nueve de cada diez veces esto queda en nada, polvo en el aire, pero a veces se produce el milagro. N. K. Jemisin ha conseguido con La Quinta Estación cumplir y mejorar las expectativas que tenía en su obra.


No debería ser noticia ni un hecho destacado, no debería ser tan notable como para convertirse en lo primero a mencionar de una obra pero lamentablemente lo es: hablemos de géneros.  Jemisin nos da cuatro personajes principales: tres mujeres —cada una perteneciente a un rango de edad, desde una cría hasta una mujer madura— y un hombre. Las tres mujeres se definen por sus acciones no por su relación con nadie y mucho menos un hombre, ni por su físico o género. El tema del sexo también es fundamental y Jemisin no lo ha dejado de lado, más bien al contrario. La relación de dos de los personajes está estrechamente ligada al sexo y no como os podáis imaginar, pero siempre con naturalidad y cierta crudeza; llegamos a tener incluso relaciones homosexuales y tripartitas que entran en la novela con la soltura y calma que siempre deberían tener. La Quinta Estación es una prueba de que eso que algunos iluminados llaman propaganda o libretos panfletarios no existe cuando se hace como debe hacerse; es un elemento más, como una guerra, una relación amorosa o la muerte, se llama naturalidad. Sinceramente, me ha encantado, visibilización y normalización. Chapeau.


Por si fuera poco, Jemisin además incluye otro tema que parece seguir escociendo hoy en día: la discriminación racial. En el mundo de La Quinta Estación es algo palpable y un reflejo bastante fiel de lo que ha ocurrido y sigue ocurriendo. La ficción no deja de ser una muestra de la realidad aunque sea bajo capas de imaginación.



Pero empecemos por lo fundamental. En el mundo de Jemisin solo hay un continente, enorme y azotado por constantes cataclismos, ya sean terremotos, tsunamis, erupciones y todo lo que estos fenómenos conllevan: sequías, hambrunas o plagas. En este mundo tan poco propicio para la vida, la humanidad ha ido aprendiendo cómo sobrevivir a base de ver alzarse y caer civilizaciones bajo la furia del padre tierra. Así, a través de un aprendizaje transgeneracional de boca de los pocos supervivientes, han establecido un código de pautas y conductas llamado litoacervo para asegurarse la supervivencia en la próxima y temida quinta estación —el nombre que llevan los cataclismos recurrentes que azotan su mundo— y lograr asentarse. Su sociedad se divide en un sistema de castas y cada habitante tiene tanta importancia como útil sea su casta y él mismo como individuo.


En medio de todo esto están los Orogenes, humanos —aunque hay quien no los considera así— dotados de la capacidad de controlar la tierra y todo lo que ello supone, como desatar o contener cataclismos. Son perseguidos por temor a que causen alguna catástrofe y se ven obligados a vivir en una academia estricta en la que perder el control significa la muerte. Todos nuestros protagonistas son orogenes y sufren la discriminación diaria que eso supone y que la pluma de Jemisin se encarga de transmitir al lector, llevándonos a sentir lo que nadie debería jamás permitir. La autora consigue que la comparación con la comunidad negra sea inevitable y no tengo ninguna duda de que era su intención. Si esto fuera poco, la genial traducción de David TejeraExpósito nos remarca esto gracias a su decisión de traducir el término despectivo con el que se dirigen a os Orogenes como Orograta —no hace falta ser un genio para ver dónde se ha inspirado con gran acierto en mi opinión—. No es su único acierto, todos y cada uno de los términos son una maravilla. Que disfrutemos tanto su lectura se debe en gran parte a su magnífica traducción, de las mejores. Todo esto hace que la sensación de injustica social y odio inconsciente y autoimpuesto sea prácticamente palpable.



«La ciencia ficción bien escrita explica el mundo», lo decía Jemisin en una reciente entrevista a raíz de la publicación en nuestro país de La Quinta Estación de mano de la Nova —otra medalla más para ellos y su colosal catálogo—. No puedo estar más de acuerdo igual que no puedo dejar de admirar que sea tan consecuente con ello en sus novelas.


Un rasgo definitorio de la obra es su estilo. Probablemente sea lo que primero te llama la atención. Es extraño, a veces parece absurdo, salta incluso entre segundas y terceras personas pero se mantiene casi siempre en un narrador testigo que parece salir de la propia protagonista, como si desdoblase su personalidad. Al final lo entiendes perfectamente pero cuesta cincuenta páginas acostumbrarse, lo mismo que comprender un poco qué está pasando, porque aviso ya, el wordbuilding aquí es brutal pero no hay una mísera línea explicándotelo. Si lo coges, bien, si no pues esfuérzate un poco más que merece la pena.


Poco más que decir porque no quiero arruinar las sorpresas, simplemente decir que es una novela diésel, va cogiendo fuerza con cada página y las últimas cien son trepidantes. Se toma un par de descansos durante el camino, hay un tramo incluso en el que parece una novela viaje a la antigua usanza pero es solo un descanso para coger aire. La novela contiene dos grandes giros y aunque el primero es más previsible y por eso se disfruta un poco menos, el segundo consigue dejarte con la cara del revés y una sonrisa de satisfacción.


La Quinta Estación es una joya, una de esas obras que salen en todos los tops del año y merecidamente, no por nada ha ganado el Hugo 2016 por mucho que haga rabiar a aquellos que poco disfrutan de su unión entre una historia fascinante y el reflejo de las injusticias y los kilómetros de camino que nos quedan por recorrer para hacer que sus reclamos sean innecesarios. 

martes, 20 de junio de 2017

#RESEÑA - FILOS MORTALES de Joe Abercrombie



Título: FILOS MORTALES
Autor: JOE ABERCROMBIE
Editorial: RUNAS
Páginas: 370
Traducción: Javier Martín Lalanda 

 




Es verdad que Joe Abercrombie es uno de los mejores escritores de fantasía actualmente. Es verdad que su autoproclamado título de Lord Grimdark es más que merecido. Es cierto también que nadie trata los reversos de los personajes como él y que su estilo se aleja de ideales al extremo, pero —siempre hay un pero— Joe Abercrombie no caga oro.


Con Filos Mortales nos lleva de vuelta al mundo que le vio nacer como escritor, el de La Primera Ley, y nos regala algunos relatos deliciosos de viejos personajes. Lamentablemente, los nuevos, para mí, no están a la altura. Sí, molan, la relación de los personajes es correcta y las comeduras de coco de Shevedieh son divertidas. El problema es que sabes cómo va a terminar si has leído alguno de sus libros antes. Sabes que las intenciones de retirarse y dejar atrás la vida violenta serán un fracaso, que aparecerá algo o alguien que arrastrará de nuevo al personaje a los viejos hábitos, una personificación de ese destino inexorable que no parece dejar que nadie escape en los mundos de Abercrombie, Y en el fondo sabes que el personaje lo desea porque no se siente vivo en ninguna otra cosa. Le pasa a Shevedieh pero ya lo hemos visto antes en personajes como Logen Nuevededos, Escalofríos o el viejo Craw en Héroes. La compañera de Shevedieh, que aparece caída del cielo, Javre, la Leona de Hoskopp, es básicamente una Whirrum de Blight en mujer, el propio autor es consciente de esto y ha metido un relato uniendo ambos personajes, el mejor de la nueva pareja en mi opinión.




El libro se compone de trece relatos en general bastante interesantes, que van desde un nivel muy alto como el de un magnífico bastardo, pasando por los buenos, Dos son compañía, Tres son multitud o Lugar equivocado, momento equivocado. Por desgracia hay otros de un nivel que chirrían bastante. Quizá sea porque los personajes que ya conocemos han tenido varias novelas para presentarse, quizá sea porque los relatos me transmiten la sensación de capítulos sueltos de una hipotética novela que como fragmentos individuales. El caso es que no han conseguido interesarme tanto. Ojo, no son malos personajes en absoluto pero Abercrombie pone el listón tan alto con sus novelas y personajes que en los relatos los recién llegados no pueden evitar perder la comparación.

El estilo no cambia. Pocos autores tienen una seña de identidad tan inequívoca como Abercrombie. Podrías leer un texto suyo sin saberlo y no tendrías ninguna duda a la hora de identificarlo.


Oscuridad, idealistas de tres al cuarto, cinismo a raudales y grandes dosis de realidad, violenta realidad. Abercrombie vuelve al mundo de La Primera Ley y como siempre, lo hace llenándonos de lodo y sangre.


Hay ganas, muchas, de volver a leerle en novela, es ahí donde su estilo sobresale de verdad. Filos Mortales es un buen aperitivo, pero no termina de llenar. Gustará mucho a los asiduos de Abercrombie pero no creo que le genere lectores nuevos. Si os pica el gusanillo, yo siempre recomiendo Héroes. 


De vuelta al barro, amigos.


viernes, 9 de junio de 2017

Reseña - LUNA DE LOBOS, Ian McDonald



 Título: LUNA DE LOBOS

Autor: IAN MCDONALD

Páginas: 396

Editorial: NOVA

Traductor: José Heisenberg










Sinopsis:Un Dragón ha muerto. Corta Hélio, una de las cinco corporaciones familiares que gobiernan la Luna, ha caído. Sus riquezas se han dividido entre sus muchos enemigos, sus sobrevivientes se han dispersado. Ya han transcurrido dieciocho meses. 
Los restantes hijos de Helio, Lucasinho y Luna, están bajo la protección de los poderosos Asamoahs, mientras que Robson, todavía asustado de haber presenciado las muertes violentas de sus padres, es ahora un pupilo -prácticamente un rehén- de Mackenzie Metals. Y el último heredero nombrado, Lucas, ha desaparecido de la superficie de la luna. 
Solamente Lady Sun, la viuda de Taiyang, sospecha que Lucas Corta no está muerto, y más aún, que sigue siendo un jugador importante en el juego. Después de todo Lucas siempre fue el intrigante, e incluso en la muerte sería capaz de todo para recuperar y reconstruir una nueva Corta Helio, más poderosa que antes. Pero Corta Hélio necesita aliados, y para encontrarlos el hijo que huye emprende un viaje audaz e imposible... a la Tierra. 
En un ambiente lunar inestable, las lealtades cambiantes y las maquinaciones políticas de cada familia alcanzan su cenit en sus parcelas más fértiles cuando estalla abiertamente la guerra.

Juego de tronos en la luna. Así se vendió la primera parte y ya expliqué en la reseña lo mal parada que salía la obra en esa comparación. De todos los juegotronismos que han intentado vendernos desde el éxito de Martin —ahora todo lo que lleve espadas e intrigas es un GoT— la saga Luna de Ian McDonald es una de las más alejadas y no solo porque sea ciencia ficción.


Luna Nueva me dejó frío pero tenía suficientes alicientes como para atreverme con la segunda parte. Mis blogueros y críticos de cabecera aseguraban que era mejor que su predecesora. Tenían razón. Ahora bien, sigue cometiendo los mismos errores que le restan mucha nota.


Tras el final abrupto y catastrófico para la familia Corta en Luna Nueva, el autor se lanza de cabeza a exponer las consecuencias de los actos de los cuatro Dragones restantes. Aquí no hay luchas de poder a golpe de espada y ejércitos —quizá un poco con cierta guerra fratricida, pero no gran cosa—, las disputas se cierran en los despachos y tribunales, y los combatientes son abogados y consejeros armados con arsenales dialécticos. 




No nos equivoquemos, hay violencia en la luna. Mucha. Pero salvo en los grandes momentos climáticos del final, se trata de una violencia a pequeña escala, sin grandes repercusiones. Bandas, asesinos silenciosos, grupos de tragapolvos o sabotajes. La luna ya se encarga de matarte de mil formas distintas y la mano del hombre rara vez interviene directamente. Debido a este contraste de violencia de nivel bajo o, en momentos puntuales, a nivel planetario, la acción avanza en una serie interminable de afilados diálogos que por abundar tanto, acaban perdiendo efecto. Cuando has oído cien respuestas badass de los poderosos de la luna, la ciento una pierde efecto.


Por otro lado, y como no todo pueden ser diálogos, Ian McDonald coge a ciertos personajes y los somete a pruebas físicas sobrehumanas imposibles de superar para demostrarnos lo duro que es vivir en la luna y al mismo tiempo lo mucho que se ha informado sobre física. El problema es que siempre se superan dichas pruebas. Es entretenido y la pluma de McDonald consigue generar muy bien la angustia de vivir en un entorno que te quiere matar, pero estando en la segunda entrega es algo que ya hemos visto y pido más.




Como vemos, los fallos siguen ahí, vuelve a sacarse personajes de la manga y la amplitud de tramas sueltas en un libro relativamente corto hace que muchas de ellas queden abandonadas demasiado tiempo, tanto que cuando trata de recuperarlas te quedas pensando de qué demonios e está hablando.


Todo esto, incluida la sensación de que el libro necesita más desarrollo, lastraba el primer volumen. Lo que hace a Luna de Lobos superior a Luna nueva es su trama. Ya no tenemos personajes luchando desde sus palacios de cristal. Ahora hay deterioro, bajos fondos, lucha por la supervivencia, pobreza, mediocridad, humillación, hambre. Todo esto enriquece el mundo y a los personajes y ofrece una visión de la luna que en Luna Nueva se limitaba a las grandes salas de los ricos. Siempre me han gustado más lo callejones y estrecheces que la vida de palacio y a la luna le sientan mejor.


Vemos a Wagner intentar pasar páginas tragándose el resentimiento y luchando contra su naturaleza bipolar; a Lucasinho esforzarse por olvidar todo lo que no sean los placeres del cuerpo; a Robson tratar de averiguar qué lugar tiene en este mundo sin familia y a Ariel, tan lógica, cruel, áspera y fría como siempre, pugnar por mantenerse firme tras perder su posición y quedarse sola y dependiente de Marina. Esta última en cambio, me ha decepcionado después de ser mi personaje favorito en Luna Nueva. La mujer fuerte y decidida que era Marina se convierte básicamente en un lamento constante y pierde todo lo que la hacía atractiva. Su dilema moral final está bien pero no consigue salvar el personaje. Por último está Lucas, el puño de hierro, tenaz y cabezota, un dictador en potencia, que se enfrenta al poder de dos planetas para recuperar su familia y posición.




Excesos descriptivos de lado, me ha encantado la parte de geopolítica terrestre. McDonald da un giro a la política actual observándola desde un prisma ajeno y nos cuenta unas ideas más que interesantes sobre los sistemas políticos y los nacionalismos de nuestro mundo.


No puedo acabar sin volver a repetir un aspecto espectacular del libro: el sexo. Natural, sin tabúes, sin necesidad de introducirlo, sin sexualizarse ni concepciones de género. Sin fronteras ni límites y una amplitud de miras que me hacen envidar esa sociedad lunar. Chapeau.


Concluyendo, Luna de Lobos merece ser leída, si te gustó Luna Nueva esta te encantará y si no, es probable que esta vez sí consiga convencerte. Mejora y avanza hacia una prometedora tercera entrega, esperemos que esta vez sí, con un mayor protagonismo de la trama sobre el mundo.